Generar compuestos que estimulen el crecimiento de plantas, elaborar biocombustibles y retirar contaminantes del agua a partir de residuos orgánicos son algunos procesos en los que trabajan investigadores del Cinvestav, Unidad Irapuato, con la práctica de la biología sintética. Esta especialidad permite habilitar bacterias para que sean capaces de sintetizar los desechos.
El proyecto a cargo del doctor Agustino Martínez Antonio, titular del Departamento de Ingeniería Genética, busca desarrollar productos amigables con el medio ambiente usando el hueso de aguacate y la cáscara de plátano.
“Estamos formulando bioestimulantes, sustancias que sirven a las plantas a propagarse, echar raíces y madurar los frutos de siete a cuatro semanas, así como en otros compuestos como melanina, que protegen de la luz solar y pueden ser útiles para atrapar algunos metales que contaminan el agua”, refiere el investigador.
Agrega que el proceso está basado en la modificación de dos circuitos en la genética de las bacterias para hacerlas funcionar de acuerdo a los intereses o necesidades específicas del sector productivo.
“Debido a que el procedimiento requiere bacterias que degraden los desechos orgánicos, trabajamos con E. coli, considerada segura por agencias internacionales para hacer procesos biotecnológicos y que si bien no es capaz de procesar el almidón, con la modificación genética que hemos realizado ahora es capaz de hacerlo, lo que además posibilita la producción de biocombustibles”, explica el doctor Martínez Antonio.
¿Por qué hacer que la bacteria se alimente de almidón? La respuesta, según el experto, es debido a que este polisacárido se encuentra en cáscara de plátano y hueso de aguacates, de los cuales se desechan muchas toneladas al año y se desperdicia su potencial.
“El primer paso consiste en lograr que la bacteria crezca en esos desechos orgánicos para crear biomasa y, por un lado, obtener bioenergéticos y, por otro, compuestos que aporten beneficios a las plantas”, resalta.
La investigación se apoya en la biología sintética, que permite diseñar las partes que se requieren de un gen antes de construir un circuito genético, a partir del corte y pegado de fragmentos de ADN con el fin de que un nuevo organismo lo exprese adecuadamente.
“Lo anterior brinda una gran ventaja porque podemos crear diversos circuitos genéticos, es decir, muchas combinaciones de genes, uno tras otro, y podemos armar vías metabólicas completas”, apunta Martínez Antonio.
Respecto a la producción de biocombustibles, informa que todavía no se sabe si el procedimiento será económicamente viable en un futuro. “Será interesante aplicarse en esos aspectos, aún hay mucho petróleo, pero en algún momento se acabará, ese es un hecho, así que hay que estar preparado en tener nuevas tecnologías”.
En cuanto a la estimulación del crecimiento de plantas, el investigador destaca que normalmente se compra a algún proveedor dos tipos de líquidos, uno para que crezcan las hojas y otra sustancia para que echen raíces, por lo que este proyecto es benéfico al ofrecer en un solo compuesto ambos efectos.
Este proyecto se ha practicado en otros lugares, como Hawai, Florida, Venezuela y México, pero es en el Cinvestav Irapuato donde se han logrado más avances, pues ya se ha llevado a la práctica con tabaco y papaya y hueso de aguacate en el laboratorio de la Unidad Irapuato, apunta el también investigador del proyecto, Alberto Camas.
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