Mientras Crimea se asoma a la secesión de Ucrania, Moscú envuelve con su ejército una península que ya es rusa de facto. Su Armada anunció que había iniciado maniobras de entrenamiento con aviones de combate en el Mediterráneo. Entre los aparatos que participan en las maniobras hay cazas Sukhoi SU-33 y helicópteros antisubmarinos Kamov Ka-27.
Los vuelos continuarán si el tiempo es favorable, dijo el portavoz de la Armada. También Estados Unidos ha movido ficha, enviando un destructor con misiles guiados -el USS Truxtun- al mar Negro. Oficialmente se trata de un despliegue rutinario programado antes de la crisis de Ucrania, pero ayer la corporación gubernamental Rostek informaba de que se había interceptado un dron de reconocimiento norteamericano en la zona de Crimea.
Pero los movimientos militares se producen también dentro de la propia península de Crimea, que mañana celebra un referéndum para decidir si entra a formar parte de Rusia. Por la mañana fue avistado en Sebastopol, donde está situada la base que los rusos tienen en Crimea, un barco de guerra ruso que descargó camiones, tropas y al menos un vehículo blindado. Moscú lleva días acumulando efectivos militares en toda la península.
Ya el lunes fue vista una columna de al menos 100 vehículos rusos, incluyendo camiones, blindados y unidades de artilleríaen la misma zona donde ayer se vio el barco. La zona es territorio ucraniano, y está a unos 15 kilómetros del puerto de Sebastopol, que Moscú tiene alquilado en la península ucraniana para albergar su flota del Mar Negro. El Yamal 156 puede transportar hasta 300 soldados y doce vehículos blindados. Según la agencia Reuters, los vehículos desembarcaron a través de un rampa en la bahía de Kazachaya.
Los soldados rusos llevan desde principios de mes patrullando sin bandera alguna puntos estratégicos de Crimea y se han sucedido los roces con las fuerzas que Kiev tiene en su península.
El embajador ruso ante la ONU defiende el referéndum aludiendo al caso de Cataluña
Las autoridades ucranianas de fronteras han capturado a un soldado ruso conduciendo hacia el interior de la península con documentos militares y un rifle dentro de su coche. El goteo de incursiones es imparable y testigos presenciales aseguran haber visto en el puerto del extremo oriental de Kerch vehículos militares adentrándose en el terreno y tropas en el istmo que une Crimea con la Ucrania continental.
Según funcionarios y analistas ucranianos, ahora mismo hay unas20.000 tropas rusas en Crimea, de las que unas 12.000 están vinculadas a la Flota del Mar Negro. El resto son infantería y paracaidistas de otras zonas de Rusia. Los términos del acuerdo firmado con los ucranianos establecen que Moscú puede colocar hasta 25.000 efectivos en Sebastopol, aunque no dentro del territorio ucraniano. Pero este despliegue ruso en suelo ajeno ha sido bienvenido por la población de la capital de Crimea, Simferopol, donde siguen ondeando las banderas rusas.
Incluso políticos de ciudades rusas vecinas a esta península se acercaron al centro de la ciudad para participar en mítines a favor de la anexión. «Desde Rusia no hemos dado ningún ultimátum, son los ciudadanos de Crimea los que van a decidir voluntariamente volver a casa», explicaba a este periódico Maxim Vasiliev, concejal de Kursk, una ciudad rusa situada al otro lado de la frontera ucraniana. Aunque es un político independiente, está integrado dentro del grupo parlamentario del Partido Comunista y ayer junto a varios voluntarios imprimió hoces y martillos sobre banderas rojas frente al Parlamento, que sigue rodeado por cosacos.
Moscú ha aparecido estos días como abanderada de la independencia de los pueblos, recordando si los europeos apoyaron la «excepción» de la autodeterminación de Kosovo, ahora es el turno de Crimea. Vitali Churkin, embajador ruso ante Naciones Unidas, hizo la noche del jueves hincapié en que el concepto de un referéndum no es nuevo, aludiendo a la votación fijada para noviembre sobre si Cataluña debe ser independiente de España, la votación en Escocia en septiembre sobre la independencia de Gran Bretaña, y la de marzo de 2013 en las Islas Malvinas sobre si seguir siendo parte de Gran Bretaña. «¿Por qué Crimea tendría que ser una excepción?», dijo Churkin.
Mientras, el ex dirigente soviético Mijail Gorbachov pidió ayer contención y relacionó la actual situación en Ucrania con el fracaso de la perestroika y la apresurada disolución de la Unión Soviética, haciendo un llamamiento a buscar una solución que satisfaga a todos y que evite «una nueva Guerra Fría». En una carta publicada en su página web, Gorbachov recordó que tanto antes como después de que «los líderes de la Federación Rusa, Bielorrusa y Ucrania firmaran el pacto en el bosque Belavezha [para separarse] les advertí de las peligrosas y destructivas consecuencias».
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