El vuelo MH370 de Malaysia Airlines no es un caso aislado. Unos 80 aviones han desaparecido sin dejar rastro en los últimos 65 años, según los datos de la Aviation Safety Network, una web fundada en 1996 que recopila los datos de incidentes aéreos. La mayoría de los aeroplanos se desvaneció entre los años 50 y 60, cuando los accidentes eran más comunes y la tecnología de rastreo más primitiva. Pero existen precedentes más actuales.
El 25 de mayo de 2003, Ben Charles Padilla, un ingeniero aeronáutico y piloto privado, se encontraba reparando un Boeing 727 en Luanda, la capital de Angola. Junto a él estaba un ayudante congoleño, John Mikel Mutantu. La misión de ambos era dejar el aparato listo para volar. Pero por alguna razón que se desconoce el aeroplano se coló sin luces, sin permisos y con el transpondedor desactivado en una pista de despegue y echó a volar en dirección suroeste, sobre el océano Atlántico. Nunca más se supo del avión ni de los dos pasajeros.
En 1979, un Boeing 707 de carga de la aerolínea brasileña Varig, ahora extinguida, salió de Tokio con 153 cuadros del pintor Manabu Mabe en la bodega, una tripulación de seis brasileños a bordo y con rumbo a Río de Janeiro. Se perdió en algún lugar del Pacífico norte y sus restos nunca fueron hallados. Se cree que se trató de un accidente provocado por una despresurización de la cabina, una incidencia que a la suficiente altitud puede noquear a los pasajeros en cuestión de minutos debido a la falta de oxígeno.
En 1962, un Lockheed L1049 operado por la firma de transporte aéreo Flying Tiger Line se desvaneció en el trayecto entre Micronesia y Filipinas. Llevaba unos 100 soldados norteamericanos camino de la guerra de Vietnam. No se encontró ningún despojo del aparato a pesar de una búsqueda a gran escala en el Pacífico que duró más de una semana. Nunca se supo con certeza la causa del siniestro, pero los investigadores indicaron que lo más probable es que el avión fuera derribado durante el vuelo.
Los grandes dramas que han quedado en la memoria colectiva, sin embargo, han sido generalmente aquellos en que sí se han encontrado los vestigios del aeroplano siniestrado. El más famoso de todos tuvo lugar en 1972, cuando un Fairchild FH-227D que recorría el trayecto entre Uruguay y Chile se estrelló en la cordillera de los Andes debido al mal tiempo. De las 45 personas a bordo, 12 fallecieron en el accidente. Varios más en los días siguientes. La operación de rescate fue cancelada después de 11 días sin resultados. Pero 16 personas aguantaron las inclemencias del tiempo, se alimentaron de los cadáveres y sobrevivieron en una hazaña inmortalizada en el libro 'Viven' y la película homónima.
El caso más cercano a la desaparición del avión malasio es el siniestro en 2009 del Airbus A330 de Air France cuando volaba sobre el Atlántico con 288 personas a bordo cubriendo el trayecto entre Río de Janeiro y París. Aunque los primeros restos del fuselaje y algunos cuerpos fueron localizados en los días siguientes a la tragedia, los equipos de rastreo tardaron casi dos años en encontrar las cajas negras.
La pregunta obligada, a pesar de estos precedentes, es cómo es posible que en la era de internet, del GPS, de los móviles inteligentes que ubican al portados en cualquier punto del planeta, un aeroplano de 63 metros de largo y más de 300.000 kilos de peso pueda desvanecerse sin dejar huella.
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