Algo extraño debió suceder ahí arriba con la llegada de Gabo que el suelo mexicano tembló durante 30 segundos con una fuerza de 7,2 grados en la escala de Richter, pocas horas después de que se confirmara la muerte del colombiano. Un terremoto que se sumaba a la tristeza que viajaba de Tijuana a la Patagonia ante la pérdida del hombre que mejor describió el espíritu latinoamericano. Desde que a las 14.30 horas (21.30 en España) se conociera su muerte no se volvió a hablar de otra cosa. Ni en los mercados ni en las redes sociales.
Durante horas decenas de periodistas y lectores esperaron en la calle Fuego, frente a la puerta de su casa, hasta que su esposa Mercedes Barcha y sus hijos Rodrigo y Gonzalo confirmaron que no habría funeral y que su cuerpo sería cremado en una ceremonia privada.
El lunes recibirá un homenaje en el Palacio de Bellas Artes de México D.F., catedral de la cultura mexicana, donde han sido velados Octavio Paz, Cantinflas o José Alfredo Jiménez. «Allí el público podrá celebrar su legado», confirmó Jaime Abello Banfi, director de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
"Ahora la idea es reposar, descansar y recuperar un poco de tranquilidad. Ya Gabo tenía 87 años, falleció y lo vamos a homenajear el lunes", zanjó Abello frente a la vivienda del Premio Nobel y con aspecto cansado después de un viaje maratoniano desde Barranquilla.
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